Hace unos días me hicieron una pregunta que yo instantáneamente pensé que era una pregunta obvia, fácil de responder, o de respuesta corta. Algo que no se debería pensar demasiado, pero era un pensamiento equivocado.
- Lu, ¿Vos que extrañas de él?
- (segundos de silencio) todo extraño de él, me encantaba la relación que teníamos, me completaba.
- Lu, ¿Vos que extrañas de él?
- (segundos de silencio) todo extraño de él, me encantaba la relación que teníamos, me completaba.
- Pero que extrañas de él, no de ustedes, de él ! No se, detalles que extrañes.
(Silencio, llegó un remis, y delicadamente se cambió de tema, pero la pregunta quedo en mi cabeza)
Fue un viernes confuso, con cosas nuevas, que en realidad, yo ya conocía y muy bien.
(Silencio, llegó un remis, y delicadamente se cambió de tema, pero la pregunta quedo en mi cabeza)
Fue un viernes confuso, con cosas nuevas, que en realidad, yo ya conocía y muy bien.
"Una palabra, un gesto, un abrazo", un beso con mi pasado tan presente aún.
Pasaron los días, las conversaciones, las aclaraciones, etc, y anoche, al acostarme y sentirme segura de cada uno de mis pasos, se me volvió esta pregunta a mi cabeza. Entonces, encendí mi velador, tomé mi cuadernillo que está al lado de la cama y comencé a hacer una lista. Hoy resuelvo y doy a conocer mi respuesta.
"-¿Qué extrañas de él?"
Extraño sus iris, sus pestañas, su pelo, sus manos asperas (4 factores en los que yo me perdía). Su forma de saludar, de hablar, de reír, de respirar. Su contención, sus abrazos (acojedores y reconfortables), su boca, labios y besos (todos). Su caminar, su forma de ser madura y tan tiernamente infantil (como cuando jugaba conmigo como si tuviera 12, haciendome cosquillas o él en general). Sus caricias, sus pellizcos, sus caprichos y manías (o vicios). Sus pies, su espalda, su panza y también su pecho (en el que era cómodo descansar). Sus mejillas blanditas (que hacía mías pellizcandolas). Su calor, su frío. Su amabilidad, su sonrisa (tan compradora). Su manera de bailar (todos saben que es excelente), su manera de entenderme, de escucharme, de aconsejarme, de mirarme ! Su manera de mimar y su mirada profundísima (repito, me perdía en ella). Su perro gigante de peluche. Sus chistes, sus gastadas. Sus "ay, sos hermosa", sus "ei¬", su Rocky Balboa, su desastrosa letra (que amo decifrar). Su corazón y su alma (puros). Sus "te quiero" y su forma de querer, de enamorarme. Extraño su nombre, como también su segundo.
Y etc, etc, etc, etc.